miércoles, 27 de marzo de 2013

Personas : ¿somos lo que tenemos o llevamos encima? .



Seguro que más de una vez habréis preguntado a vuestras parejas, amigas, amigos y hasta vuestros conocidos que demonios llevaban en el bolso para que pese tanto, la respuesta más rápida ¿piedras?. Pues el fotógrafo Jason Travis también se he hecho esa misma pregunta y ha ido más allá.
Jason Travis, no contento con sacar su lado más “voyeur”, convenció a más de 30 personas, tanto hombres como mujeres para que vaciaran en mitad de la calle sus bolsos y carteras y formar parte de su experimento llamado: Persona.
Mark
Foto | Jason Travis
“Fue un poco un experimento que tuvo éxito,” dijo. “Me encanta hacer retratos de personas, comparar y contrastar lo que ellos valoran. Hay tantas variaciones de lo que la gente piensa que necesitan “
Todas las composiciones del set tienen la misma estructura. Arriba el retrato del dueño de la bolsa y abajo muy bien organizado todos los objetos distribuidos encima de una superficie plana, para que se puedan identificar fácilmente.
Es curioso la cantidad de cosas que podemos llevar todos los días encima, sin hacer diferencias entre hombres y mujeres. Y cuanto más grande sea el bolso peor, esta comprobado. Pero realmente ¿somos lo que tenemos o llevamos encima? .
“Sólo quiero capturar la esencia de lo que una persona es o al menos capturar un momento e inspirar a alguien con ella. Si puedo hacerlo, entonces creo que he hecho mi trabajo “.
Jessica
Foto | Jason Travis
enlace: http://www.xatakafoto.com

viernes, 8 de marzo de 2013

El retrato


No pueden hacerse retratos sin tener en cuenta el carácter ni el aspecto del individuo o sujeto. Un buen retrato debe transmitir el estado de ánimo del sujeto en el momento del disparo. Es importantísimo observar a la persona que se pretende retratar.

Las imperfecciones del acercamiento

Al fotografiar a personas es muy importante que se les vea bien. Hay muchas formas de resaltar la fisonomía del personaje jugando con la luz, el fondo, la perspectiva y la composición.

En el caso de la luz, es importante que el sujeto tenga sombras en la cara que resalten sus facciones, si no es así, aparecerá una cara "plana" sin relieve. Una luz lateral puede ayudar.

En el caso del fondo, es recomendable quitarle importancia haciéndolo borroso. De esta forma se resaltará al sujeto. Para ello hay que contar con una profundidad de campo pequeña. Hay dos formas de disminuir la profundidad de campo, aumentar la apertura de diafragma (número f bajo), y aumentar la distancia focal (zoom alto).

Aumentando la distacia focal con el zoom modificamos también la perspectiva, acercando el fondo y haciendo la imagen más plana. De esta forma evitamos deformar la cara del sujeto.

En cuanto a la composición, depende de si se quiere hacer un primer plano o no. En cualquier caso hay que tratar de que el sujeto ocupe buena parte de la imagen.
Foto 3
El objetivo perfecto para el retrato del rostro es de longitud focal igual al doble de la diagonal del formato del fotograma, (80-100mm para el formato 24x36). El objetivo focal larga, evita las distorsiones de la perspectiva ( la nariz o mentón pronunciados) provocadas por el acercamiento excesivo de la cámara fotográfica hacia el rostro.

En los primeros planos una nitidez acentuada puede poner en relieve posibles defectos de la piel del sujeto.

Para suavizar la imagen se puede colocar un filtro difusor, que aporta al retrato, un aire romántico permitiendo disimular las imperfecciones del rostro.

En los retratos la cara ocupará casi toda la escena. Es recomendable que se vean al menos los hombros de la persona.
Es muy importante escoger y elegir con cuidado el fondo de la imagen, tanto si se trabaja en estudio, como si se hace en casa del sujeto. En el retrato no deben aparecer elementos que disturben o líneas que atraviesen el fotograma. El fondo debe ser neutro, para que no se confunda el motivo principal.

En las fotografías exteriores se recomienda, muros, el cielo o fondos monocromáticos. El individuo no debe permanecer muy cerca del fondo para evitar que se formen sombras innecesarias y violentas.

El retrato ambientado

El fondo debe ser reconocible, y crear una composición armoniosa con el sujeto principal. El espacio que rodea al personaje oprime plano, debe permitir comprender el momento que está viviendo, dentro del ambiente elegido.
Foto 3
Los objetivos que mejor se prestan para el retrato ambientado son los normales o gran angulares. Con el gran angular quedan enfocados todos los planos y se dispone de una gran profundidad de campo.
http://www.fotonostra.com/fotografia/elretrato.htm

Julia Margaret Cameron ( fotografía de retrato )


Este es el primero de una serie de artículos sobre fotógrafos cuya importancia radica en haber abierto nuevos caminos, influenciando a fotógrafos. Por tanto, no buscaré buenos fotógrafos sin más, sino aquellos que tuvieron algo nuevo que decir, o que lo dijeron de otro modo. En algunos casos estas nuevas formas de ver o de entender la fotografía fueron rápidamente asimiladas y reconocidas. En otros casos el proceso fue más lento y debieron enfrentarse a las duras críticas adversas de la prensa especializada de su época.
No pretendo hacer ningún estudio exhaustivo del mundo fotográfico, en tanto en cuanto dejaré fuera a muchos grandes fotógrafos que hicieron evolucionar el lenguaje fotográfico; pero lo que si intentaré es llevar un cierto orden cronológico.
En sucesivas entregas presentaré la obra de autores como Rodchenko, Weegee, Minor White, Bill Brandt, Robert Frank, William Klein, Duane Michals o Philip Lorca diCorcia. (la lista aún no está ni muy meditada ni cerrada).
JULIA MARGARET CAMERON (1815-1878).
Hoy en día es tenida por una de las grandes figuras de la fotografía victoriana, sin embargo, en su momento la crítica dijo de ella cosas como que “pese a algunos grandes retratos, en conjunto, su obra es repulsiva y algunos de esos retratos valdrían por si mismos ante cualquier tribunal para condenar a sus modelos por maleantes y vagabundos” (Photographic News, 1868).
Julia Margaret Cameron no empezó a hacer fotos hasta la edad de 48 años en que su familia le regala una cámara “para que se divirtiese”. Y no sólo se divirtió sino que se enganchó de tal modo, que incluso su hijo dijo lamentar verla tan a menudo vestida con ropa de trabajo y oliendo siempre a los químicos del laboratorio. Es de suponer que en la rígida sociedad victoriana no se debía entender muy bien que una mujer “respetable” se comportase de aquel modo, aunque esto no deja de ser poco más que una anécdota en lo que se refiere a por qué fue tan duramente criticada. El motivo fundamental es que hizo todo (o casi todo) lo contrario a lo que sus contemporáneos hacían, fotográficamente hablando.
Es la época en que la corriente academicista triunfa. Los fotógrafos intentan buscar reconocimiento imitando a los pintores prerrafaelistas. Retratos aduladores, alegorías religiosas y morales, recreaciones de personajes legendarios, etc…
Julia Margaret Cameron no es ajena a esta moda y su obra se podría dividir en 3 grupos. Por un lado las fotos alegóricas, con temas mitológicos, artúricos o bíblicos; por otro los retratos de personas ilustres (amigos o conocidos de la familia); y finalmente los retratos femeninos de sus allegadas, amigas y sirvientas.
Cameron aborda las obras alegóricas con un desinterés inusual por el fondo, simplificando las escenas y huyendo del abigarramiento. Tampoco recurre a los montajes, salvo contadas excepciones, o a los fondos pintados, como hacían muchos. Las dos obras más conocidas y representativas del academicismo son “two ways of life”, que Rejlander compuso a partir de una treintena de negativos; y “fading away” realizada por Peach Robinson uniendo 5 negativos.

Two Ways of Life. Rejlander, 1858.

Fading Away. Henry Peach Robinson, 1858
Nada que ver con la economía de medios que emplea Margaret Cameron.

Julia Margaret Cameron. El rey Lear y sus 3 hijas. 1872
Sin embargo, lo que hizo entrar a Margaret Cameron en la historia de la fotografía son sus otras fotos, sus retratos, que es donde alcanza sus mejores resultados.
En sus fotos de personalidades busca retratos épicos, poderosos, que dejen ver todo lo que de especial hay en esas personas, su grandeza, su obstinación, incluso su predestinación, pero todo ello sin recurrir a teatralidades externas. Sólo luz, atmósfera y rostro. Retratos que transmiten, más que retratos que describen, que es lo que hacían la mayoría. Sus personajes nunca sonríen y poseen un brillo en los ojos que les infunde vida, fuerza. Al centrarse en sus rostros despreciando el detalle de sus ropas, los hace más atemporales. Busca la fuerza expresiva que confieren unos rostros que emergen desde las sombras.

Sir John Herschel

Sir Henry Tylor

Charles Darwin
En los retratos femeninos al no estar tan atada a la imagen pública que representan los hombres, ya que la mujer de la sociedad victoriana está relegada a un segundo plano, es donde demuestra mayor libertad, haciendo posar a las modelos de manera menos rígida, menos solemne; sin que por ello dejen de posar, ya sea representando actitudes melancólicas, poses al estilo romántico, etc… Aquí tampoco busca retratos descriptivos y liberada de esa imagen pública del personaje, se dedica a fotografiar lo que ella ve en cada persona, lo que le inspira. Así hace fotos de amigas y sirvientas como si fuesen la representación del amor, o en el papel de María Magdalena, o una ninfa… Pero con su minimalista puesta en escena y sus planos cerrados, el motivo es lo de menos, ya que lo que se aprecia son unos retratos atmosféricos, intemporales, alejados de la realidad, en ocasiones etéreos. Figuras puras y melancólicas contra fondos imprecisos.

“The Mountain Nymph Sweet Liberty”

“Mary Mother”

“Mrs. Herbert Duckworth as Julia Jackson”
Así pues, los temas tratados por Julia Margaret Cameron son los mismos que abordaron muchos otros de sus contemporáneos, pero su visión, su experimentación formal es la que la hizo destacar y pasar a la historia de la fotografía.
En esa época, en cuanto a retrato, lo que se estilaba era fotos de pequeño formato de plano medio o cuerpo entero con profusión en el detalle, estableciendo el estatus social del retratado tanto por la ropa como por el entorno y pose, recurso indiscriminado del retoque para suavizar las facciones, a menudo se recurría a fondos pintados con motivos florares y arquitectónicos.

Rejlander, 1870
Estaba muy de moda lo que llamaban tarjetas de visita. Pequeñas fotos donde el retratado pretendía reflejar su idealizada posición dentro de la sociedad, con poses artificiosas o en el mejor de los casos asépticas. Uno de los mayores exponentes de este tipo de fotos era el francés Disderi.

La aproximación de Margaret Cameron al tema no podría ser más dispar. Para empezar, la cámara que le regalaron estaba pensada para paisaje (30x25cm al principio y posteriormente 30x38cm). La focal empleada también era más larga de lo habitual y le permitía centrarse en lo que le interesaba: las cabezas, los primeros planos.
Pero las diferencias no venían marcadas únicamente por cuestiones técnicas, sino también por lo que se quería lograr estéticamente. Su inspiración viene marcada por el romanticismo inglés. Pintores mucho menos interesados en la definición de la línea que sus colegas del romanticismo francés. La luz que ella busca es la de Rembrandt. Los claroscuros, las figuras que salen hacia la luz, los fondos oscuros y sin definición, los sfumattos al modo de Leonardo.

Rembrandt. Autorretrato (1642).

Retrato de Henrry Taylor por J.M.Cameron
Para el control de la luz, es asesorada por su amigo, el pintor G.F.Watts, que le enseña a modelarla tapando casi todas las fuentes y dejando solo aquellas que inciden donde ella quiere.
Pero quizá el aspecto más recurrentemente criticado de su obra, por fácil, es el desenfoque. Muchos de sus retratos están fuera de foco, por expreso deseo de su autora, que reconocía que la primera vez fue casual, pero que el resultado le gustó tanto que decidió emplearlo como recurso. En un momento en que todos los fotógrafos se esmeraban en obtener la máxima definición, ella decía que iba moviendo el enfoque hasta que veía la escena como le gustaba, y si ese punto no coincidía con el lugar de mayor nitidez, no importaba lo más mínimo. De hecho llegó a afirmar: “¿qué es el foco y quien tiene derecho para afirmar cual es el más legítimo?”
Lo cierto es que todo ayudó a que Julia Margaret Cameron experimentase con esta estética de fotos etéreas, desenfocadas y con bordes imprecisos. El objetivo que empleaba al principio tenía un diafragma fijo de f3,6, por lo que la profundidad de campo era mínima y no podía controlarla. La cobertura del objetivo no cubría todo el negativo, por lo que en los bordes bajaba la calidad produciendo el sfumatto que Cameron deseaba emular. La poca luz empleada la obligaba a recurrir a tiempos de exposición muy largos (entre 7 y 20 minutos según algunos autores), por lo que es lógico que muchos modelos saliesen levemente movidos, ya que además se negaba a usar los armazones que empleaban antes los daguerrotipistas para fijar la posición de los retratados.<
Su estilo le valió un montón de críticas. Desde las más duras:
La señora Cameron exhibe su serie de retratos desenfocados de celebridades. Debemos darle a esta señora el beneficio de la originalidad, pero a expensas de cualquier otra cualidad fotográfica”
The Photographic Journal, el 15 de febrero de 1865.
Hasta algunas algo más condescendientes, que apreciaban la fuerza plástica de sus retratos, pero que los veían fallidos por falta de pericia técnica, sin lograr entender que pudiese ser una opción legítima.
“Admirable, expresivo y vigoroso, pero terriblemente opuesto a las propiedades y convenciones fotográficas”,dijo Thomas Sutton. O los comentarios de su amigo Lewis Carroll, que no podía entender que ella hablase de sus fotos desenfocadas como hallazgos artísticos, cuando el a lo sumo las veía pintorescas.
Bien es cierto que también tuvo algunas buenas críticas, pero estas fueron las menos y generalmente procedentes del extranjero:
“Nadie ha capturado y usado los rayos del sol como usted lo ha hecho. Me postro a sus pies”. Victor Hugo.<
Y habría de ser también un extranjero el que sacara del olvido la obra de Julia Margaret Cameron un par de décadas después. Stieglitz la recupero, admirado como estaba por esos retratos, precursores del pictorialismo que a principios del siglo XX se está apoderando del mundo de la fotografía. Vio en esa obra muchas cosas que él pregonaba al inicio de su andadura fotográfica, como la preponderancia de la visión artística sobre las cuestiones técnicas. El recurso al claroscuro. La no sujeción a la literalidad descriptiva de la imagen.
…Y el desenfoque como medio expresivo se extendió, hasta el punto de fabricarse objetivos de foco “suave”.
Durante un tiempo eso fue la moda, la norma, entre los que aspiraban a realizar fotografía “artística”.

Alvin Langdon Coburn fotografiado por Alfred Stieglitz. 1905
Texto: ©Héctor Fernández
Todas las fotos de Julia Margaret Cameron, así como las de Rejlander, Stieglitz y Peach Robinson están redireccionadas a la web de la George Eastman House, para un uso divulgativo y no comercial.http://www.geh.org

http://www.caborian.com/grandes-fotografos-julia-margaret-cameron/